Durante las sesiones, los jóvenes compartieron abiertamente sus sueños y esperanzas, enfrentándose a sus temores más profundos y analizando los desafíos que encontraban en su camino hacia la redención y la transformación personal. Este material, producto del trabajo colectivo, fue sistematizado por los artistas, quienes plasmaron las ideas y emociones recogidas en uno de los murales que ahora adorna el teatro del centro de rehabilitación. El otro mural fue realizado directamente por los jóvenes, reflejando sus experiencias y sueños de manera más personal y directa.
El mural creado por los artistas fue una representación visual de las aspiraciones y reflexiones de los jóvenes, mientras que el mural realizado por los propios jóvenes capturó su visión particular de sus sueños y desafíos. Ambos murales, juntos, simbolizan tanto el poder transformador del arte, como también la capacidad de estos jóvenes para superar dificultades y avanzar con determinación, creatividad y resiliencia.