La curaduría de Energizarte se diseñó con una visión inclusiva, incorporando una variedad de estilos y estéticas que evidenciaron la versatilidad y el potencial del muralismo en Bogotá. Esta práctica, que coexistió y se complementó con el movimiento de arte urbano en la ciudad, buscó democratizar el acceso a contenidos culturales, visibilizar los procesos creativos de los artistas y activar el espacio público mediante la socialización de los resultados.
El proceso curatorial articuló las obras de los artistas en torno a temáticas específicas, creando una exposición participativa con un impacto significativo a nivel local. La distribución de las piezas y la ubicación de los artistas se coordinaron de tal manera que el recorrido permitiera tejer narrativas coherentes entre las obras, fomentando un diálogo constante entre ellas y con el público.